viernes, 31 de diciembre de 2010

Mañana al infinito

Se acaba el año.

Este ha sido especial, me ha dado de todo y no me ha dejado indiferente, y es que la tónica general ha sido extremista; he estado muy bien, y he estado muy mal.

En este año llegó la excelencia académica, esa que sabía que merecía, que tarde o temprano tenía que llegar. Ya no hay nada que demostrar en ese sentido. Se ha hecho justicia, y puedo decir que la Universidad no suele ser propicia a ser justa con todo el que se lo merece, de hecho conmigo lo ha sido sólo en ocasiones, pero hay personas con las que no es justa nunca. Para ellos va también este post; soportar es conquistar el objetivo. Si no llega el reconocimiento ahora, llegará después, no quepa duda. No siendo así, por lo que fuere, el mío lo tienen.

Pero también ha sido el del sinsabor, el de la amargura sentimental. Todo pasa. Hay veces que no es necesario que ocurra una desgracia para saber lo que uno siente, para darse cuenta de lo que tiene y de cómo ha de valorarlo. No hacía falta. Puedo decir que de ello no he aprendido nada, y que estoy orgulloso de que así sea. Me hace inmensamente feliz el hecho de saber que no he precisado yerrar para saber valorar lo que tengo y no jugármelo a la ruleta rusa. Eso es importante.

Se trata también de un año preludio de ese en el que mi futuro, lato sensu, se decide, y en el que los pensamientos encaminados al que viene inundan mi mente por completo. No sé qué acabará siendo al final de mi, soy un hombre en proyecto, que no proyecto de hombre, que diría el Sr. Escamilla. Tengo confianza en mi.

Mis mas sinceros deseos de felicidad para el año que viene. A todos, y todas, sin excepción.

Para despedirme, como viene siendo costumbre, que no constante, recordaré los versos de un autor español:

Está el hoy abierto al mañana.
Mañana al infinito.
Hombres de España,
ni el pasado ha muerto,
ni está el mañana ni el ayer escritos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Fútil

El alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho a la vulgaridad, y lo impone donde quiera.

José Ortega y Gasset

La rebelión de las masas

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Rayano en lo sublime

Es el final, ¿está claro?, un final clásico.

El personaje se aleja para que tú te alejes, para que te separes de su desvalimiento. El zoom hace su efecto, y cada vez se le ve mas allá, perdiéndose entre sus dunas, todas las que tú has creado, y que ahora serán morada suya por siempre.

Tal vez algún día salga de ellas, al fín y al cabo, esto es una película, y las películas siempre tienen segundas partes (o no). Pero esa es otra historia, y la única que motivaría una secuela del film, pues este ha agotado su argumento.

Ya no hablaré, ni escribiré mas de ello, no lo merece.

Dejamos al personaje entre sus dunas, en el desierto, donde a pesar de las chiribitas que provoca el sol, y de todo su estentóreo brillo, se vislumbra, con tristeza, que pronto la pantalla se pondrá en negro, como todo.