martes, 21 de abril de 2009

La cuarta dimensión.

-La mirada sugería un adios, y así, esa despedida se alargó de tal manera que de las lagrimas del adiós, se pasó a las risas por encontrarse de nuevo, y de ese modo el tiempo adquirió el valor y significado que en verdad tenía. Ninguno.

-¿Qué tal todo? Se saludan.

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